lunes, 28 de marzo de 2011

Sabía usted...





domingo, 27 de marzo de 2011

Jóvenes practicando la castidad

Años atrás, un joven se sintió vencido por la emoción: la mujer con quien había vivido por años lo abandonó. “Mi corazón que tano la amaba fue herido, roto y derramó lágrimas de sangre”, dijo.

Este hombre, que se llamaba Agustín, pasaría después por una gran confusión y ansiedad. Aunque estaba convencido de la verdad en lo que respecta al cristianismo, sabía que existía un gran obstáculo que le impedía ofrecerle su vida a Cristo. “Lo que me tenía atado era, principalmente, el simple habito de tener que saciar un apetito que nunca podría ser satisfecho”.

La situación de Agustín bien podría ser la misma que la de cualquier joven de nuestros días. Entonces, como ahora, la sociedad tenía una idea liberal en asuntos del sexo. Al igual que Agustín, muchas personas actualmente practican el “amor libre”, pero en su interior no son felices. Sin embargo, San Agustín a los 31 años rechazó sus apetitos carnales, se convirtió al cristianismo y llegó a ser un gran santo. De igual manera, las personas de hoy pueden cambiar sus costumbres y vivir una vida feliz, de pureza sexual, cualquiera que sea su estado de vida.

¿Qué es la castidad?

El impulso sexual es algo bueno, permite que ambos esposos participen con Dios en el acto mayor: la creación de un nuevo ser humano con un alma que perdurará para siempre. Pero al igual que todo lo que es bueno, el sexo tiene su lugar y éste es dentro del matrimonio. El lugar apropiado para el sexo está protegido por la castidad.

La castidad es la fuerza que nos permite guiar nuestra sexualidad para nuestro mayor bien y el de la sociedad. La castidad es también una energía espiritual que ayuda a romper las cadenas del egoísmo. Esta virtud se expresa de muchas maneras: a través del control de uno mismo, y de una conducta sana y pura con los demás y con nosotros; dándole valor a la modestia y desarrollando el control de nuestras emociones y de la voluntad. La castidad también se practica amando a las personas y no solamente a sus cuerpos.

¿Por qué necesitamos esta fortaleza llamada castidad? Porque estamos tentados al sexo inmoral. Frecuentemente estamos tentados a usar a otros como objetos y no como personas. Aunque nuestro deseo físico por el acto sexual es algo bueno ya que nos fue dado por Dios para la continuación de la raza humana, nuestra tendencia es dar rienda suelta a nuestro deseo natural. Este pecado ofende a Dios y finalmente nos hace daño; por lo tanto, debemos librar una batalla en contra de él.

¿Por qué?

La Biblia nos enseña que las relaciones sexuales fuera del matrimonio son moralmente incorrectas, pero ¿por qué? Es un asunto de honestidad. El acto matrimonial en su naturaleza, debe llevarnos nuevamente al día de nuestra boda y ayudarnos a renovar las promesas que se han hecho para toda la vida. Esto significa que primero tenemos que hacer el compromiso de la alianza de un matrimonio para toda la vida, en las buenas y en las malas, para luego comprometernos a una renovación verdadera y simbólica de esta alianza matrimonial.

Sin embargo, el sexo fuera del matrimonio pretende ser algo que en realidad no es. Es deshonesto. No hay una alianza que renovar. Esto ayuda a explicar por qué muchos se sienten tan mal después de tener este tipo de relaciones: saben que han sido deshonestos con ellos mismos, con su pareja sexual y con Dios.

Ayuda desde el Cielo

¿Cómo es posible canalizar la energía sexual de forma sana y sagrada? Lo primero que hay que hacer es reconocer que el poder de ser casto no proviene de uno mismo sino de Dios. La pureza sexual solo es posible a través del poder de la salvación que proviene de Jesucristo. Él es Dios y es hombre ahora y siempre. Cuando caminó sobre la tierra nos enseñó a pedirle de acuerdo con nuestras necesidades. La ayuda que nos proporciona es la gracia, Él les dará esa gracia a los que a desean y la piden.

Hagan uso de este modo especial por el cual Dios nos ayuda, frecuentando los sacramentos de la Reconciliación y la Sagrada Comunión. Además, ¿tienen ustedes una vida diaria de oración? Si no, ¡comiencen ahora! Estos son los grandes canales a través de los cuales nos llega la gracia para mantener la pureza sexual.

El Papa Juan Pablo II señaló que ha habido épocas en la historia en que ha sido difícil ser cristiano, la nuestra es una de ellas. Pero ¿no es este desafío lo que hace que el elegir ser cristiano sea tan atractivo? Son las cosas difíciles las que exigen coraje, y el coraje es algo noble. La experiencia nos enseña que la alegría surge del sacrificio, cuando este se lleva a cabo por amor a Cristo, quien nos dijo en la Última Cena: “os he dicho estas cosas para que mi alegría esté dentro de vosotros y vuestra alegría sea completa” (Juan 15:11).

Su parte

Ustedes también deben hacer su parte. Protejan sus pensamientos, a menudo la imaginación es “el campo de batalla de la mente”. Los ojos pueden ser la ventana para pensamientos impuros, cuiden sus ojos. La Biblia dice: “por lo demás hermanos, atended a cuanto hay de verdadero, de honorable, de justo, de puro, de amable, de saludable, de virtuoso y de digno de alabanza, a eso estad atentos” (Filipenses 4:8).

Cuando una persona joven y atractiva del sexo opuesto los tiente, oren: “Te agradezco Señor que hayas creado una persona tan atractiva. Ayúdame a verla como a Tu creación y no como a un objeto sexual”. Esto puede reforzarse tomando buenas decisiones en lo que respecta a los asuntos del sexo. Elijan cuidadosamente sus amistades, comprométanse en actividades saludables, practiquen deportes, eviten el lenguaje grosero, vístanse con modestia.

¿Qué significa todo esto?

La castidad es la voluntad de Dios para nosotros, el sexo es algo bueno pero solo dentro del matrimonio, el cual simboliza el compromiso de pacto matrimonial.

La castidad solamente es posible si dependemos de la ayuda de Dios, es decir, de Su Gracia. Debemos cooperar con ella decidiéndonos a ser puros. Aquellos que han caído pueden arrepentirse, ser perdonados por Dios y llevar una vida buena y santa. Finalmente, la castidad nos ayuda en nuestro camino hacia la felicidad, tanto en esta vida como en el Cielo, para siempre con Dios.

En un discurso dirigido a la juventud en 1984, el Papa Juan Pablo II dijo: “Únanse a las filas de aquellos que no están dispuestos a degradar sus cuerpos al nivel de objetos. Respeten sus cuerpos, son parte de vuestra condición humana y templos del Espíritu Santo. Les pertenecen porque Dios se los ha dado ‘glorificad, pues a Dios en vuestros templos’ (Corintios 1, 9:25).

Fuente: Fundación para la Familia.