lunes, 22 de marzo de 2010

María, fuente de misericordia

"Virgen Madre, ven, recibe la corona de Reina; corona de oro purísimo como el corazón de tus hijos que te la ofrecen, como el corazón del pastor que te la procuró. Dos gracias te pido en particular: la paz en las familias, en las parroquias, que tanto te aman y te honran; la paz en nuestra patria bendita, que orienta sus energías al logro de los más altos ideales de convivencia humana y social en la luz del Evangelio".

Juan XXIII

martes, 9 de marzo de 2010

Testimonio de María Livia Galeano de Obeid, vidente de la Inmaculada Madre del Divino Corazón Eucarístico de Jesús y del Corazón Eucarístico de Jesús

(Tercera parte)

Nuestro Señor, después del silencio, comenzó a dar mensajes al igual que la Santísima Virgen y a pedirme, también, algunas cosas importantes que yo tenía que hacer para que esta obra se cumpliera y para un mayor acercamiento de mi persona a su Corazón.

Un día de cuaresma (un primero de abril de 1995), estaba rezando el Via Crucis (yo tengo un Crucifijo arriba de mi cama y estaba arrodillada rezando). En un momento dejé de ver la Cruz y se apareció una imagen de el sagrario de la parroquia de mi barrio, donde iba todos los días, y después apareció un enorme corazón de carne, vivo, palpitante, que tenía una gran herida en el costado. Cada vez que latía yo podía sentir el dolor de Jesús y cada vez que tenía espasmos de dolor yo podía sentir ese dolor y así comencé a sentir ese gran amor y ese gran dolor, ese gran sufrimiento y la agonía de Jesús. Sentí que mi corazón se iba a morir, que estaba agonizando. Caí de rodillas. Finalmente, Jesús me quitó ese dolor, esa agonía, y pude incorporarme. Pude ver, arriba de este corazón, unas letras que decían: “Yo soy el Sacratísimo Corazón Eucarístico de Jesús, adoradme perpetuamente en reparación”, y a continuación me dio esta oración de Consagración al Sacratísimo Corazón Eucarístico que tiene mucha fuerza para estos tiempos y que me pidió que fuera rezada a los pies del Sagrario para pedir intercesión, para pedir cualquier gracia que necesitemos de su Divinidad. Cristo dijo: “Es necesario dar a conocer esta oración para que todos vengan a Mí, me conozcan y sepan que Yo Soy el Dios del Amor”.

En el año 2000, la Santísima Virgen pide que se de a conocer el mensaje donde Ella pide un santuario. Esto es llevado al Arzobispo de Salta, Mario Antonio Cargnello y se le manda por escrito el pedido de la Virgen. Finalmente, las Hermanas Carmelitas lo dan a conocer y el terreno es donado por una familia dueña de una parte de Tres Cerros. Es así que se cumple el mandato de Dios casi instantáneamente.

Así comienzan estas reuniones los días sábados y también comienzan las oraciones de intercesión. Durante la oración de intercesión la Virgen María intercede por cada persona y es Nuestro Señor Jesucristo que se presenta allí para abrazar a cada uno y darle todo su amor, únicamente por la oración de pedido de Su Madre.

Aquí llegamos hasta hoy con muchísimos milagros, curaciones y conversiones. Lo más importante son las conversiones, ya que es lo que Dios está pidiendo: volver a Él.

Testimonio de María Livia Galeano de Obeid, vidente de la Inmaculada Madre del Divino Corazón Eucarístico de Jesús y del Corazón Eucarístico de Jesús

(Segunda parte)

Cuando comencé a sentir esa voz en mi corazón sentí una gran necesidad de oración, a pensar en todo momento del día en el momento de tener el rosario para rezar y encontrarme con aquella hermosísima voz. Yo quería guardar ese secreto en mi corazón, solo lo comentaba con mi pequeño entorno familiar.

Un día mientras estaba rezando el Santo Rosario vi que bajaba una gran luz del cielo. Esa luz intensa se posó, a pocos centímetros del suelo, en una pequeña nube grisácea. Sobre esta nube apareció una hermosa mujer muy joven, casi una niña, que tendría alrededor de unos catorce años. Ella era hermosísima y tenía sus manos tendidas hacia debajo de donde salían luces purísimas que se direccionaban al suelo. La Virgen estaba muy sonriente, miraba hacia abajo con asombro y dijo ser la Bienaventurada Virgen María.

Después de la primera aparición yo quedé muy extasiada y durante tres días quedé en un estado intermedio entre el cielo y la tierra. Es decir que no podía subir al cielo con la Virgen, ni bajar a la tierra. Durante esos tres días no podía comer, apenas podía tragar mi propia saliva. Después de esos tres días volví a la realidad y continué haciendo mi vida ordinaria. La Santísima Virgen me dijo que iba a comenzar a darme algunos mensajes para ser dados al mundo y que debía anotarlos cuando Ella viniera para eso. Es decir que la Virgen me hablaba interiormente durante todo el tiempo pero cuando me iba a dar los mensajes para el mundo Ella iba a aparecerse en cuerpo y alma. Así comenzó esta catequesis de la Virgen para todos nosotros y para el mundo entero.

Yo comencé a sentir un gran deseo de confesión, había entrado mucha luz en mi conciencia y comencé a buscar un sacerdote para que me pudiera confesar. Comencé, también, a ir a misa todos los días, comencé a confesarme con el párroco de la parroquia de mi barrio y allí pude confesarle a él lo que estaba sucediendo y ese sacerdote me pidió que no comentara esto con nadie, que era importante que guardara silencio. Yo le obedecí, inmediatamente, y guardé silencio durante cinco años.

La Santísima Virgen no me había dicho nada sobre que guardara silencio, pero su silencio indicaba que estaba de acuerdo con el sacerdote. Esos cinco años de silencio, que estuvieron dentro de los planes de Dios, fueron para que la obra creciera, espiritualmente, dentro de mi corazón. Cuando se cumplieron los cinco años, la Santísima Virgen dijo: “Ahora vas a ir a un lugar que yo te indicaré y vas a contar tu experiencia, porque Nuestro Señor Jesucristo dice que en estos cinco años de silencio el tiempo se ha cumplido y los frutos están maduros”. Entonces me pidió que me dirigiera al Convento de Carmelitas Descalzas de esta ciudad y que les contara a las hermanas esta experiencia. Yo le obedecí, era el mes de noviembre de 1995. Las hermanas, después de escuchar mi relato, me dijeron que la próxima vez que viera a la Virgen le pregunte qué quería Ella de esta comunidad. Entonces, esa misma madrugada, la Virgen vino y me dictó una extensa carta para esta comunidad carmelita. Allí la Virgen les pedía, si ellas aceptaban, ser difusoras de los mensajes y la oración. Es decir, les encomendaba la acción de la oración y la difusión del mensaje. Ella pedía orar con mucho fervor ya que son hermanas de clausura para que se pudieran cumplir los planes de Dios. Las hermanas aceptan y a partir de ese momento comienzan a dar a conocer los mensajes, los mensajes que la Virgen había comenzado a dar desde 1990. Los dan a conoce a todas aquellas personas que se enteraban y que quisieran conocer estos mensajes.

En el año 1990, cuando la Virgen se comienza a aparecer, también comienzan las apariciones de Nuestro Señor Jesucristo. Después de la aparición de la Virgen, Nuestro Señor comienza a aparecer de manera diferente. Nuestro Señor Jesucristo comienza a aparecer frente a mí sin decir una sola palabra. Al comienzo, Él se presentaba en silencio y únicamente yo podía mirarlo y El miraba a mi corazón. A partir de ahí yo me sentí completamente enamorada de Jesús y centré toda mi vida en Él. Es decir, Cristo cobró mayor importancia en mi corazón, en mi vida y pasó a ser el eje central de todo.

La Virgen había quedado un poquito al costado, aunque mi amor seguía creciendo hacia Ella, Cristo abarcaba todo, todo mi ser, toda mi vida. Era todo para mí.

Testimonio de María Livia Galeano de Obeid, vidente de la Inmaculada Madre del Divino Corazón Eucarístico de Jesús y del Corazón Eucarístico de Jesús

Dado el 15 de noviembre de 2009 en la ciudad de Salta, Argentina.
(Primera parte)


Buenos días. Quiero agradecerles, en nombre de la Santísima Virgen María a todos ustedes, peregrinos, que han venido hasta este lugar de apariciones llamados por el Inmaculado Corazón Eucarístico. También agradecerles a los sacerdotes aquí presentes que han sido llamados por el Sacratísimo Corazón Eucarístico de Jesús, y a todas aquellas personas que han hecho posible esta peregrinación. Ahora, como habitualmente lo hacemos, les voy a contar brevemente esta historia de las apariciones.

Estas apariciones comienzan en el año 1992. En ese entonces yo era una mujer casada, madre de tres hijos, tenía un hogar como todos los hogares, un hogar ordinario y yo me dedicaba completamente a la atención de ese hogar. Un día estando sola en mi casa sentí en mi corazón una voz que me hablaba. Esta voz era la voz de una mujer y sentí que era la Santísima Virgen María. Ella comenzó a hacerme pedidos. Su primer pedido fue dejarla entrar a mi hogar, si yo quería que Ella viviera con nosotros y si quería entregarle mis posesiones. Yo le dije inmediatamente que sí, que yo quería que Ella viviera con nosotros, que yo le entregaba mi hogar y todas mis posesiones a partir de ese momento. Pude sentir, en el interior de mi corazón, la alegría de la Virgen, como festejaba esto con mucha alegría.

El segundo pedido que me hizo la Santísima Virgen fue que la coronara como Reina del hogar, le dije inmediatamente que sí. El otro pedido fue que le entregara a mis hijos y a mi familia, le dije inmediatamente que sí, que a partir de ese momento le entregaba a mis hijos y a toda mi familia.

El último pedido fue si yo quería que Ella estuviera entre mi esposo y yo, en el medio. Le dije inmediatamente que sí y a partir de ese momento Ella iba a estar al medio nuestro hasta el fin de nuestros días y más allá de la muerte. Entonces sentí como la Virgen festejaba al lado nuestro con mucha alegría y entonces Ella dijo: “Dios tiene designios para ti desde toda la eternidad, ¿aceptas estos designios que Dios tiene para ti?”. Yo le dije inmediatamente que sí, que aceptaba todos los designios que Dios tenía para mí y Ella se puso nuevamente muy feliz y dijo: “A partir de hoy yo seré tu permanente compañía, pues debo instruirte para que cumplas los planes que Dios tiene preparados desde este lugar para el mundo, para toda la Humanidad”. A partir de ese preciso momento, la Santísima Virgen me instruyó permanentemente durante todo el tiempo, es decir casi las veinticuatro horas del día, durante tres años.

La Virgen me hizo una serie de pedidos expresos en el comienzo de las apariciones y me reveló algunos detalles de esta aparición. Por ejemplo, se me pedía hacer un templo en honor a su Divino Hijo Jesús y de su Corazón Inmaculado en un lugar elegido por Dios desde toda la eternidad, en la ciudad de Salta (que es el cerro dónde ustedes estuvieron ayer), y también en ese mismo lugar deseaba la construcción de un refugio para acoger sacerdotes ancianos, un seminario y un monasterio. Este mensaje fue una profecía que la Virgen ha dado en 1990. Ha sido guardado en secreto, expresamente por pedido de Nuestro Señor Jesucristo, durante diez años, ya que la Virgen dijo: “Algunos mensajes que te doy hoy, especialmente porque contienen profecías que se deben cumplir, van a ser dados a conocer en el momento en que mi Divino Hijo Jesús lo permita”. Es decir que en ese año han sido dadas muchísimas profecías y algunas han sido reveladas en el momento que Dios ha permitido y otras aún permanecen guardadas hasta el momento que puedan ser dadas a conocer. Algunas van a ser dadas a conocer, otras van a permanecer en espera de la Divina Voluntad de Dios.

La Santísima Virgen dijo, con respecto a nuestro país, Argentina, que el demonio estaba preparando muchas cosas para vencernos pero que no debemos temer ya que el hecho de que Ella esté apareciendo, significa que su Corazón Inmaculado ha vencido y ha triunfado sobre el maligno enemigo. Igual Argentina va a tener una gran purificación necesaria ya que muchas cosas no se han podido detener a pesar de la oración de nuestro pueblo, pero va a ir creciendo y los argentinos van a ir creciendo en amor a Dios para poder llevar ese amor a Dios al mundo.

El mensaje central es la Eucaristía, el Sacratísimo Corazón Eucarístico de Jesús vivo y presente en la Sagrada Eucaristía. Es decir que a través de esta aparición vamos a volver a amar más, conocer más, y adorar más a su Divino Hijo Jesús vivo y presente en la Sagrada Eucaristía. Además de esto, también anuncia una gran evangelización que va a partir de estas tierras hacia el mundo entero. Esta gran evangelización va a ser para preparar la segunda venida de Nuestro Señor Jesucristo y la consagración del mundo entero al Corazón Eucarístico de Jesús y al Inmaculado Corazón de María. Es decir que esta gran evangelización va a ser llevada adelante por laicos que tengan una gran devoción al Corazón Inmaculado de Nuestra Virgen María. Ella está al frente de esa gran evangelización en el mundo entero para dar a conocer a Jesús, a la Santísima Trinidad viva y presente en la Sagrada Eucaristía, para lograr la unión de Oriente y Occidente y la esperanza que es Jesús, la esperanza que conduce a Cristo. Eso es básicamente lo que vamos a tener que llevar nosotros a todos los pueblos, a todas las razas: vivir en amor, vivir con el amor del Corazón de Jesús. Ese es el gran mensaje de la Virgen que me fue dado en el año 1990.

Muchas cosas sucedieron en estos primeros comienzos y yo era, como les decía, una persona totalmente común, una ama de casa con estudios secundarios y la Santísima Virgen desde el primer momento me pidió que obedeciera fielmente a lo que me estaba pidiendo y que Ella me iba a allanar el camino para que se cumplieran todo el plan que Dios tiene para nosotros.

¡Madre, llévame a Jesús!


"De nuevo me consagro a ti, Madre mía; dame un poco de ese buen gusto, de esa exquisitez para el bien que tanto me falta y que tanto perfeccionaría mis obras. Que mi pensamiento vuele muchas veces a ti, que de ti hable mi boca y por ti suspire mi corazón.
Por último, ¡oh gran Madre Inmaculada!, introdúceme a Jesús, meta última de mis afectos; estréchame a Jesús enteramente, ayúdame a enloquecer de amor por Él. Ásí sea."


Fuente consultada: Roncalli, Angelo. Juan XXIII, reflexiones del "Papa bueno". Editorial Lumen (2000).

miércoles, 3 de marzo de 2010

La Corona de Rosas

Considerada como flor sagrada por su pureza y aroma, la rosa se ha utilizado desde tiempos inmemoriales como símbolo de la Virgen María. Reafirmando esto, Ella misma nos regaló una poderosa arma contra el mal: el Rosario (del latín rosarium, significa rosal).

Nuestra Madre ha dicho en reiteradas ocasiones que cada vez que decimos un Avemaría, le ofrendamos una rosa, y cada Rosario completo forma una corona de esta hermosa flor. Por esta razón el Rosario es la máxima devoción cristiana. Es considerado la oración perfecta ya que, a cada cuenta, está enlazada la conmovedora historia de nuestra salvación.

Numerosas apariciones de la Virgen María están ligadas a las rosas en clara alusión al Rosario. Algunas de ellas son las siguientes:

Nuestra Señora de Guadalupe:

La Virgen Santísima apareció ante Juan Diego Cuauahtlatoatzin en el Tepeyac mexicano en el año 1531. La principal razón de su aparición fue dar a conocer el Evangelio a sus hijos nativos del nuevo continente. Como prueba de su visita, Nuestra Señora hizo que en aquel lugar, milagrosamente, apareciera un rosal (este arbusto no es nativo de México y tampoco crece en la aridez del Tepeyac). Luego de esto ordenó a Juan Diego que cortara las rosas, las guardara en su túnica y las llevara al obispo del lugar, Juan de Zumárraga, para que reconociera su aparición. Cuando el indiecito desplegó su manto ante el obispo, las rosas cayeron dejando al descubierto la imagen grabada e indeleble de Santa María morena y de rasgos indígenas.

Virgen de Lourdes:

Desde el 11 de febrero al 16 de julio de 1858, Nuestra Señora se presenta ante Bernadette Soubirous, una niña pobre y analfabeta de 14 años, en la localidad de Massabielle, al occidente de Lourdes, Francia.

Vestida de blanco inmaculado con un cinto de color azul y los pies descalzos sobre un rosal silvestre. Dos rosas doradas cubrían la parte superior de sus pies. Tenía entre sus manos un largo rosario blanco y dorado con una hermosa cruz de oro.

Todo en Ella irradiaba felicidad, majestuosidad, inocencia, bondad, dulzura y paz. En sus numerosas apariciones, rezó el Rosario junto a la pequeña Bernadette. Aunque la niña era devota de la Virgen, dudaba de que esa radiante señora fuera María. Cuando le preguntó quién era, Ella respondió: “Yo soy la Inmaculada Concepción”. A partir de entonces los milagros en Lourdes son miles y los pedidos de la Virgen son claros: invitación a la penitencia, a la oración por los pecadores y a vivir en una pobreza evangélica; solicitud de erigir una iglesia en el lugar de las apariciones.



María Rosa Mystica:

La Madre de Dios aparece como Rosa Mystica en la localidad italiana de Montichiari en el año 1947. Se presentó ante la enfermera Pierina Gilli en la sala de un hospital. En su primera aparición vestía túnica morada, cubría su cabeza con un manto blanco y tenía el pecho atravesado por tres espadas. Su rostro estaba triste y llorando pronunció solo tres palabras: “Oración, penitencia, reparación”.

En una segunda aparición, el 13 de junio de 1947, aparece vestida de blanco y, en lugar de las tres espadas, lleva tres rosas: una blanca, simbolizando el espíritu de oración; una roja, simbolizando el espíritu de reparación y sacrificio; y una dorada, simbolizando el espíritu de penitencia.
A la pregunta de Pierina de quién era, Ella respondió: “Soy la Madre de Jesús y Madre de todos vosotros. Nuestro Señor me envía para implantar una nueva devoción mariana. Yo les prometo que, si me veneran de esta manera especial, gozarán particularmente de mi protección, habrá un florecimiento de vocaciones religiosas, menos deserciones y una gran santidad”.



Fuentes: Imágenes tomadas de internet